jueves, 22 de mayo de 2014

Reflexión sobre un dibujo

Hace poco leí un interesante artículo sobre un curso impartido por  Brian Bomeisler  sobre“Dibujar con el lado derecho del cerebro". Se trata de un curso de cinco días en el que se trabajan diferentes habilidades (cinco en total) que conforman una habilidad más global, la de representar lo que vemos en el papel. Los ejercicios con los que se trabajan cada una de las habilidades tienen como objetivo desconectar la parte izquierda del cerebro, que es la que interpreta lo que nuestros sentidos perciben, lo dota de significado y nos hace esclavos de lo que “debería” ser.

Me sorprendió el ejemplo que narraba de una alumna que dibujó  una taza como se muestra en la figura 1. Algo parece raro del dibujo, no parece estar correcto. Si os fijáis ahora en la figura 2 y recorréis con la vista el borde inferior de la taza, os daréis cuenta de que es una curva. Pues bien, esta chica seguía dibujando el borde recto incluso después de haber comprobado ella misma y reconocido que lo que veía en el modelo era una curva. Y es que nuestro cerebro izquierdo sabe muy bien que las tazas se posan siempre sobre un plano.


 
De la misma forma, cuando nos enfrentamos a un conflicto, nos puede ayudar fijarnos en los aspectos del conflicto que no son evidentes, aquellos que rodean al conflicto o se encuentran en medio (el contexto, sentimientos, pensamientos, etc.). Así podemos pasar de preguntarnos:” ¿que hago para que  ALGUIEN deje de …?”, a preguntarnos: “¿qué necesita?, ¿cómo puedo ayudarle a satisfacer sus necesidades?”
Cuando ponemos nuestra atención en “el espacio negativo”, sorprendentemente solucionamos parte de ese conflicto porque empezamos a mirar la realidad de un modo distinto, sin aplicar la lógica o la ciencia al cien por cien, como  hizo aquella chica visualizando otros aspectos, es decir querer ver lo que no estaba presente y que a veces se nos escapa.

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